Leer acerca de la gente, conecta ideas, fomenta el activismo y muchas veces impulsa y facilita procesos transformadores y revolucionarios. A más de 8.400 km de La Coma, en Bangladesh, en 1976 un economista iniciaba su semilla, dándole un giro de 360 al sistema bancario, y creó un banco para mujeres emprendedoras pobres, que contrariamente a todo el que se pensaba, devolvían el préstamo y atraían más mujeres emprendedoras a este banco (Grameen Bank). Este gran invento, el microcrédito, la democratización del derecho de acceder al crédito como un instrumento fundamental para que cualquier persona pueda emprender, fue la primera gran aportación de Mohammad Yunus, actualmente Premio Nobel de la Paz, aunque a nosotros nos parece que debería ser Nobel de Economía, pues la suya es una gran aportación para construir un nuevo modelo.
Yunus continuó abriendo los ojos al mundo con sus ideas, siempre basadas en hechos y empaquetadas en escritos después de la experimentación; se dio cuenta que la gente, toda la gente, tiene una capacidad emprendedora potencial, muchas veces latente por carencia de financiación, pero también descubrió con los años, que la empresa social es una muy buena solución a muchos de los problemas y retos que tenemos a la sociedad.
En sus palabras, “un dólar de caridad (o de RSE, añadimos nosotros), solo tiene una vida”, la financiación de un proyecto, de una actuación…, pero si este mismo dólar se pone en una empresa social, que tiene un modelo de negocio y viabilidad, seguirá generando actividad, puestos de trabajo y resuelvan aquella necesidad a la cual aporta una solución… y la empresa podrá crecer.